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Qué es el hacking ético y cómo podría ayudar a mi empresa

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Pablo Josué Martínez

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La palabra hacker en muchos casos la asociamos a cibercrimen, actos delictivos o voces de protesta. Sin embargo, como contradicción a lo que muchos pueden pensar, este concepto define uno de los perfiles más importantes a la hora de garantizar la seguridad en los sistemas de las organizaciones.

De hecho, el verdadero némesis del hacker es el cracker, concepto que agrupa a las personas que detectan y explotan las fallas en las infraestructuras digitales de las organizaciones para, en la mayoría de los casos, reclamar dinero de forma ilegal.

La guerra de los hackers

La cultura hacker tiene sus raíces en 1980, momento en el que un grupo de programadores aficionados comenzaron a estudiar técnicas para violar sistemas de seguridad. Todo esto manteniéndose dentro del marco legal.

Con el tiempo surgió otro grupo que, aplicando estos mismos conocimientos, empezaron a aprovecharse de las debilidades de los sistemas informáticos para burlarlos, secuestrar información y reclamar elevadas sumas de dinero.

Sin diferenciar a estas personas se las continuó llamando hackers, por lo que alrededor de 1985 los hackers "originales" empezaron a llamarlos crackers para destacar la imprecisión que estaba recibiendo el término. De hecho, los crackers siguen siendo fuertemente criticados por la mayoría de hackers, pues el desprestigio que les supone ante la opinión pública y las empresas está más que latente.

De cualquier forma, y como se podría interpretar, la línea que separa ambos paradigmas (hacker y cracker) es bastante borrosa. Incluso, no es casualidad que en reiteradas ocasiones antiguos cibercriminales pasan a ser reconocidos profesionales de la industria y respetados consultores de seguridad.

Ahora que entendemos estos conceptos es momento de hablar del Hacking ético, considerada una de las profesiones más valoradas del futuro.

¿Cómo ser un hacker?

Los profesionales dedicados al Hacking ético, se encargan de ejecutar una serie de pruebas (más conocidos “Test de penetración”) con el objetivo de burlar las barreras de seguridad en la red de las organizaciones. Todo esto, con la única intención de probar su efectividad y anticipar cualquier vulnerabilidad en el sistema.

Una vez que el hacker encuentra todas las fallas, pasa a reportarlas a la empresa con el único objetivo de mejorar la seguridad del servicio.

El modus operandi del hacker generalmente consiste en hacer pruebas de seguridad con herramientas disponibles gratuitamente en Internet (por ejemplo, Burp Suite), o programas desarrollados por ellos mismos.

De esta manera, el profesional suele crear un código malicioso para aprovechar los errores o debilidades encontrados en el sistema y, así, desencadenar un comportamiento en el software, el hardware u otros dispositivos electrónicos.

Como podría pensarse, no existe una formación profesional reconocida para convertirse en un hacker ético. Sin embargo, la mejor manera de capacitarse, es cursando una carrera de ingeniería informática y, en pasos posteriores, especializarse en un máster de ingeniería en ciberseguridad.

Oportunidades laborales del hacking ético en el mundo

Con el incremento de transacciones digitales y las nuevas políticas de teletrabajo, las empresas se han convertido en el principal objetivo de los cibercriminales. Esta situación ha generado una elevada demanda de hackers que les permitan a las organizaciones seguir operando de forma segura y sin contratiempos.

Cada vez más son las compañías que buscan expertos en ciberseguridad para testear sus sistemas de una manera similar a como lo haría un atacante real.

Tenemos, por ejemplo, el reciente caso de Apple. La compañía ofreció una recompensa de 1 millón de dólares a cualquiera que pudiera acceder a un iPhone utilizando un método específico de piratería informática.

De cualquier forma, y desestimando la modalidad del contrato, el profesional siempre deberá garantizar la máxima transparencia e integridad en su trabajo. Entre ellas, proteger información sensible, secretos industriales y comerciales, o datos confidenciales de los usuarios.

La transparencia exige, además, documentar de forma detallada y completa el procedimiento que el profesional siguió, los resultados obtenidos y cualquier otra información relevante sobre el proceso de hackeo.

Finalmente, estos informes suelen contener recomendaciones concretas para tomar las respectivas medidas. Algunas de ellas, la demanda de eliminar un malware o crear una estrategia de honeypot. Los hackers éticos, con esto en mente, deben reseñar en su informe todos los puntos débiles del sistema para prevenir cualquier ataque.

En resumen

La mayoría de los ciberataques son acompañados por acciones delictivas como la extorsión, el espionaje industrial o la parálisis sistemática de la infraestructura. Actualmente, los ataques destructivos son llevados a cabo cada vez más por sólidas organizaciones delictivas que operan a nivel mundial.

Ante esta preocupante tendencia, ha aumentado la demanda por servicios de ciberseguridad. Entre ellos la búsqueda incesante de hackers capacitados para prevenir cualquier tipo de vulneración. De aquí que la verdadera naturaleza del hacking ético se encuentra en mejorar lo existente y cooperar en la creación de sistemas e infraestructuras digitales más robustas. 

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