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¿Seremos reemplazados por la tecnología?

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Pablo Josué Martínez

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La tecnología está para hacernos más fácil la vida, no para complicarla y ni mucho menos reemplazarnos. Sin los avances que se han dado, seguramente nuestra esperanza de vida continuaría siendo menor a los 35 años, o actividades que hoy toman instantes (llamar a distancia, informarnos, etc.) tardarían meses y años.

Sin embargo, no la estamos aprovechando como se debe. Esto se evidencia en el entorno empresarial, donde aún hoy, abundan compañías en las que la mayoría de sus colaboradores realizan tareas operativas donde un error podría valer millones, o incluso vidas.

Errores humanos en tiempos de tecnología


Todos nos equivocamos. Hace parte de nuestra naturaleza. Pero, ¿qué pasa cuando un desliz nos hace destrozar bases de datos que nos costaron años de trabajo? ¿Cómo podríamos justificar la pérdida de miles de millones por una incorrecta digitación?

Son miles los casos en los que el mal uso u omisión de alguna herramienta tecnológica han puesto en el ojo del huracán a pequeñas, medianas y grandes empresas de diferentes sectores.

Tenemos, por ejemplo, el caso reportado por The Guardian. El medio en un completo informe demostró que el PHE (Public Health England) ignoró casi 16.000 resultados de pruebas COVID-19 que debían ser notificadas.

Lo anterior, significó que más de 50.000 personas potencialmente infecciosas fueron pasadas por alto. El principal error en este caso, se debió a desconocer las limitaciones de Excel y no utilizar bases de datos especializadas para el manejo de grandes volúmenes de información, y mantener así su integralidad.

También tenemos bajo la lupa el escándalo de Citibank. La entidad financiera, por un error operativo en el back-office, transfirió USD 893 millones a prestamistas.

Aunque la multinacional aseguró que se trató de un error humano, el juez federal del caso dictaminó que no tendría derecho a recuperar 500 millones de dólares que recibieron los administradores de activos que no procedieron a hacer la devolución del dinero.

¿El argumento? según la ley de Nueva York, un acreedor puede quedarse con un pago equivocado siempre que "no tenga conocimiento" de que se envió por error. Adicionalmente, de acuerdo al representante judicial, las transacciones fueron finales y completas, no sujetas a renovación.

Este tipo de errores también ha salpicado la actividad aeroespacial. La Agencia Espacial Europea (ESA) y la empresa francesa Arianespace recientemente confirmaron que la mediática pérdida del cohete Vega no se debió a un error en su diseño, sino a un error humano en la fase de control de calidad.

Aunque el satélite Ingenio despegó con normalidad, ocho minutos después, una desviación en la trayectoria del cohete llevó a la pérdida de la misión.

¿Cómo la tecnología ha cambiado nuestras vidas?

El consumidor cada vez más confía su vida a la tecnología. Almacena aspectos relevantes de su día a día en la nube, cree en ella para hacer seguimiento a su estado de salud, o realiza transacciones a distancia.

Sin embargo, a medida que la tecnología avanza y demuestra sus abundantes ventajas, surge la necesidad de crear permanentemente soluciones innovadoras.

Es evidente que, para salir bien librado del inestable mercado y aprovechar las abundantes oportunidades ofrecidas por las nuevas tecnologías, debemos encontrar una forma de adaptarnos en el menor tiempo posible. Nos guste o no, el cambio está llegando, y la peor estrategia es ignorarlo.

Gracias a la tecnología hemos experimentado una mejoría en nuestras condiciones de vida. Uno de los factores más beneficiados ha sido sin duda la productividad laboral.

Para hacer esto evidente, el Consejo de Asesores Económicos (Council of Economic Advisors) creó un emblemático ejemplo que demuestra las increíbles mejoras en la productividad agrícola a lo largo de los dos últimos siglos:

“En 1830, a un agricultor le tomaba 250-300 horas producir 2.700 kilos de trigo. En 1890, con maquinaria tirada por caballos, tardaba solo 40-50 horas producir esa misma cantidad. Hacia 1975, con los grandes tractores y cosechadoras, un agricultor podía producir esos 2.700 kilos de trigo en solo 3-4 horas”.

El efecto inmediato de esta mejoría, de acuerdo a la institución, es que, produciendo más con el mismo nivel de recursos, se reducen los costes de producción y, por tanto, los alimentos se vuelven más asequibles.

Tecnología: ¿aliada o enemiga?

Ante las preocupaciones de que la automatización hará desaparecer los trabajos actuales o provocará un desempleo masivo, es necesario observar los miles de nuevas oportunidades de trabajo que han impulsado el desarrollo económico en sus múltiples niveles.

Una de estas, se observa en el desarrollo de la industria fintech. La también conocida banca en línea ha generado una gran demanda de profesionales vinculados a la ingeniería de software, el desarrollo UX (experiencia de usuario), especialistas en análisis de datos, etc.

Si seguimos tomando de referencia este sector, por ejemplo, veamos que, pese al reemplazo de algunos empleados a medida que aumentó el uso de cajeros automáticos para efectuar transacciones rutinarias, esos mismos colaboradores pasaron a llevar a cabo un trabajo potencialmente más importante: recomendar servicios financieros a los clientes.

No es gratuito que, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), dos tercios de los trabajos con cualificación media que se fueron perdiendo, en realidad pasaron a ser reemplazados por cargos que requieren de un trabajo con una mayor cualificación. Como el de analista, asesor o gerente.

Lo que hemos visto hasta aquí, no niega que la automatización, así como ha creado, también ha destruido empleos. Hay ganadores y perdedores. En cualquier caso, nunca deberíamos perder de vista cómo la tecnología ha respondido a los repentinos cambios del mercado laboral y la economía en general.

Concentrarnos en encontrar soluciones a los problemas que han surgido (democratizar la búsqueda de trabajo, garantizar planes pensionales, entre otros), no nos impide aprovechar las nuevas oportunidades. El panorama nos exige ser flexibles a medida que los tiempos cambian.

¿Cómo pasar de ver la tecnología de enemiga a una verdadera aliada? Existe un consenso en que la mejor manera de resolver este dilema es que las personas se centren en capacitarse y mejorar sus habilidades abstractas. Por ejemplo, aprender a programar en distintos lenguajes informáticos, y saber cómo recoger y analizar datos.

Lo anterior no desmiente que las habilidades manuales, como la destreza y la flexibilidad, seguirán siendo valiosas en el futuro cercano. Igual de importantes, serán las cualidades humanas innatas. Tales como la creatividad, la persuasión, la empatía, y la comunicación.

Lo más destacable hasta aquí, es que debemos de dejar de educar a las futuras generaciones para empleos del pasado. El deber ser, por el contrario, es prepararlos para la ocupación de la economía del futuro.

Debemos ver la tecnología como una herramienta. Utilizarla no nos llevará necesariamente a un mundo utópico o distópico. Somos nosotros quienes decidimos el papel que le damos. Como diría el reconocido ingeniero eléctrico y físico Dennis Gabor, no podemos predecir el futuro, pero podemos inventarlo.

En resumen

Es importante reconocer que la automatización no tiene un efecto universal: una máquina puede ser un sustitutivo, o un complemento de la mano de obra humana. De lo que podemos tener certeza es que el segundo caso se dará siempre y cuando la tecnología nos permita concentrarnos en aquello que nos hace sobresalir como especie: la generación de ideas, la resolución de problemas y la comunicación.

Por ejemplo, las calculadoras, las hojas de cálculo y el software hicieron que el trabajo de los financieros resultará mucho más sencillo. Sin embargo, en su mayor parte, siguen siendo las personas las que generan las ideas y las decisiones estratégicas al interior de las compañías.

La automatización siempre ha alimentado el crecimiento económico, mejorado las condiciones de vida y abierto vías a nuevos y mejores tipos de trabajo. Todo indica que la tecnología no es el fin, sino más bien el medio para avanzar como humanidad.


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Author Pablo Josué Martínez Pablo Josué Martínez